Reproducimos en este blog el texto del comunicador Andrés Cañizales, publicado el lunes 02 de julio en un periódico nacional, principalmente dirigido a los nuevos integrantes del Tribunal Disciplinario del Colegio Nacional de Periodistas, por propiciar el debate ético de la profesión.
INFOCRACIA
Andrés Cañizález
Estas líneas tienen destinatarios. Están escritas para todos los
colegas periodistas que han sido electos para integrar el Tribunal
Disciplinario del Colegio Nacional de Periodistas (CNP). Tanto o tal
vez más llamativo aspecto de este tiempo, en el cual el gremio
periodístico ha vivido una suerte de orfandad, ha sido la desaparición
del debate ético desde una posición de principios.
Por ello debe saludarse la elección de diversos colegas a lo largo y
ancho del país, en las diferentes seccionales, junto a otros colegas
que forman parte de la instancia a nivel nacional.
Durante una década el ejercicio periodístico ha estado, en Venezuela,
en el punto nodal del debate público. Los medios de comunicación han
venido jugando un rol notoriamente político, y cuando decimos "los
medios" nos referimos al ecosistema mediático en su conjunto: tanto
privados, como oficiales y comunitarios, algunos de éstos pueden
catalogarse de paraestatales por su falta de independencia. El
gobierno del presidente Chávez ha tenido un éxito simbólico al centrar
el foco de atención en los medios privados, los cuales, debe decirse
también, en no pocos casos le han facilitado la crítica pública al
jefe de Estado.
Los periodistas de Venezuela entramos, durante los últimos siete años,
en el aro de la polarización política. No es de extrañar, nadie quedó
a salvo de una lógica perversa que lleva a justificar en los tuyos,
con los que compartes trinchera política, aquello que fustigas en el
lado contrario. La lógica polarizadora que también lleva a
invisibilizar al otro, en una suerte de exclusión simbólica, en donde
dejan de existir quienes no están en la parcialidad política con la
que comulga el comunicador y el medio.
Esa lógica, llevada al terreno ético, puso la discusión en términos
épicos, que finalmente sirvieron para justificar excesos. Desde el
lado de una oposición recalcitrante, todo parecía valer en la práctica
periodística en la medida en que estábamos enfrentando una dictadura.
En el ejercicio gubernamental de muchos comunicadores, había que
defender a la revolución por encima de todo. Tales paraguas
ideológicos, de lado y lado, hicieron imposible las necesarias
revisiones éticas del trabajo periodístico en Venezuela. Si a ello se
suma la ausencia de "jueces", como es el caso de quienes ahora forman
parte del Tribunal Disciplinario del CNP, entonces la mesa quedó
servida para toda suerte de excesos sin consecuencias.
La instancia empresarial, como el Bloque de Prensa Venezolano,
también ha hecho mutis en el tema. En Perú, entre tanto, quien está a
la cabeza del debate ético es el Consejo de la Prensa, una instancia
donde confluyen los directivos de los medios impresos, quienes
inteligentemente han fortalecido el tribunal de ética, en alianza con
académicos, después de la debacle moral vivida durante el fujimorismo.
Volvamos a Venezuela, y al nuevo CNP y su tribunal disciplinario. Se
requiere de éste último una actitud proactiva y teniendo en alto la
bandera de los valores éticos.
Como hemos sostenido en otras ocasiones, no le debe temblar el pulso,
dicho en criollo, para amonestar e incluso sancionar a los colegas
comunicadores que pasen la raya amarilla.
No es tiempo de solidaridades automáticas, es necesario deslindar
entre una defensa a ultranza del derecho a expresarse, que en nombre
de la sociedad realizan los periodistas, de aquellas prácticas
periodísticas que sólo buscan el chantaje o están divorciadas de la
ética. No será fácil, pero es indispensable para la profesión, para
ayudar a reconstruir valores éticos que están por encima de cualquier
parcialidad política.
lunes, 7 de julio de 2008
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